08/05/2024 (Ciudad de México). El presidente Lula da Silva pidió al Congreso el fin de semana que aprobara sin demora una ley que declare situación de calamidad pública, por las fuertes lluvias e inundaciones que afectaron al Estado de Río Grande del Sur.
Cien muertos y ciento cincuenta personas desaparecidas, es el saldo del enorme desastre natural -uno de los mayores en la historia brasileña- que destruyó carreteras y puentes, provocando el desplazamiento de 150.000 personas y un millón y medio de afectados debido a que se quedaron sin energía eléctrica o comienzan a sufrir el desabastecimiento de gasolina y de alimentos.
Lo que está ocurriendo al sureste brasileño, cerca de la frontera con Uruguay, es parte de una cadena de eventos climáticos extremos que se iniciaron el año 2023. La agudización de la peor sequía en décadas en el nordeste y el centro de Brasil, le siguió a inicios de este 2024 el incremento de las temperaturas que llegaron hasta 45 grados centígrados en ciudades como Río de Janeiro y San Pablo. Particularmente peligrosa para la salud humana, fue la cota de 62,3 grados centígrados de sensación térmica que se alcanzó en algunos barrios del oeste de la ciudad carioca, el 17 de marzo. El encadenamiento siguió en la parte sur, con las lluvias continuas que rompieron todos los récords de precipitación pluvial, lo que significa que el enorme estallido de humedad se fue gestando en los eventos previos.
Este escenario catastrófico fue adelantado en las conclusiones de una investigación de la “Oficina de Cambio Climático y Medio Ambiente de las Naciones Unidas”, presentado el 7 de agosto de 2021. Este informe alertó que “América Latina y el Caribe serán las regiones del mundo más afectadas por el cambio climático. Los fenómenos meteorológicos extremos causarán daños a la salud, a la vida, a la producción de comida, a la disponibilidad de agua, a la provisión de energía y al desarrollo socioeconómico de la región”.
El informe climático de urgencia y los relevantes tópicos que aborda, advierte que el cambio climático (concepto diplomático acuñado para referirse al Calentamiento Global) es generalizado, avanza rápidamente y se está intensificando. Es el resultado del trabajo del “Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático” (IPCC), en el que se reúnen equipos científicos de todo el mundo, que monitorean los cambios en el clima de la Tierra, en todas las regiones y en el sistema climático en su conjunto. Según el informe, tendríamos que remontarnos cientos de miles de años para encontrar en la Tierra modificaciones parecidas a los cambios observados en el clima hoy. Incluso llega a afirmar que “algunos de los cambios que ya se están produciendo, como el aumento continuo del nivel del mar, no se podrán revertir hasta dentro de varios siglos o milenios”.
Sin embargo, el panel de expertos abre una puerta de salida a la crisis, pues plantea que “una reducción sustancial y sostenida de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y de otros gases de efecto invernadero permitiría limitar el cambio climático”.
Lo que está ocurriendo en Brasil no es algo ajeno o lejano. La combinación del calentamiento global y el fenómeno de El Niño, que sube las temperaturas del Océano Pacífico, lleva a las prolongadas sequías y las lluvias intensas. Pero incluso inundaciones tan severas pudieron contenerse si es que se contaba con grandes superficies forestales que retengan la humedad, evitando la formación de enormes corrientes de agua. Por ello es necesario revertir la deforestación, que dejó al sur del Brasil sin coberturas naturales defensivas y que fue promovida por el gobierno de Jair Bolsonaro, un negacionista del calentamiento global.
Ocurrido el desastre, ahora el gobierno del presidente Lula da Silva afronta las enormes necesidades de reconstrucción de la infraestructura civil y productiva dañada. Por su parte, el “Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático” de Brasil, dirigida por Marina Silva, una reconocida ecologista, abrió el debate sobre las consecuencias de la combinación del calentamiento global y la deforestación de la Amazonía. Es un debate pertinente a toda América Latina, desde México hasta Argentina.