21/03/2024 (Ciudad de México). Las campañas electorales para gobernar la Ciudad de México han dado inicio y en las confrontaciones entre los distintos proyectos toman lugar en el debate público el tema de la seguridad se vuelve central.
Aunque son tres las opciones puestas sobre la mesa, la atención de la población chilanga parece centrarse en los dos candidatos punteros: Clara Brugada, abanderada de la alianza “Sigamos Haciendo Historia”, conformada por los partidos Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), del Trabajo (PT) y Verde Ecologista de México, y Santiago Taboada, quien es candidato de la alianza opositora “Va por la Ciudad de México”, que reúne a los partidos Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI) y de la Revolución Democrática (PRD).
Las diferencias entre ambos son muchas, aunque un punto que comparten –y del cual carece el tercer candidato, Salomón Chertorivsky, de Movimiento Ciudadano– es la experiencia de gobierno, particularmente en alcaldías de la Ciudad de México. No obstante, si los contrastes entre los candidatos son muchos, los de las alcaldías que gobernaron sonaún más. Se trata de las alcaldías de Iztapalapa y Benito Juárez, la primera gobernada en tres ocasiones por Clara Brugada, la segunda en dos por Santiago Taboada.
Las diferencias se deben principalmente a razones históricas, como el desarrollo desigual, así como la prevalencia de un centralismo y clasismo que históricamente ha concentrado la inversión de obra pública y servicios en delegaciones cuyos habitantes tienden a ser de clase media y alta, como la Benito Juárez, mientras las alcaldías consideradas “periféricas”y con una población mayoritariamente perteneciente a los sectores populares, como Iztapalapa, suelen permanecer en el olvido por gobernantes y en su desarrollo urbano se observa una ausencia de planeación.
Para contrastar, algunos simpatizantes de Santiago Taboada lanzan la pregunta: ¿en qué lugar prefieres vivir: Iztapalapa o Benito Juárez?, muchas veces acompañada con opiniones sobre las diferencias entre ambas demarcaciones en el tema de la seguridad pública. La pregunta es, por lo menos, tramposa.
Independientemente de que, en el tema de seguridad suela pesar más la historia de los territorios que el actuar de los gobiernos, ello no implica que este actuar no sólo sea importante, sino necesario para mejorar. Para evaluar esta mejoría, se vuelve necesario observar los datos y, en un primer momento, la visión de los taboadistas pareciera tener un punto: por ejemplo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística(INEGI), entre 2018 y 2022 hubo 1155 homicidios dolosos en Iztapalapa, número que contrasta con los 235 que hubo en la Benito Juárez durante el mismo periodo.
Sin embargo, comparar el número absoluto de delitos como los homicidios nos dice poco sobre el desempeño de los gobiernos, ya que no contempla esas diferencias históricas que hacen de las demarcaciones territorios tan opuestos. Estadísticamente, para evaluar este actuar, es necesario que partamos de una base estandarizada o, en otras palabras, que evitemos comparar peras con manzanas.
Aunado a ello, la comparación bruta de los datos tampoco considera el comportamiento delos delitos a lo largo del tiempo, el cual suele ser influido por muchas más cosas que el actuar de los gobiernos. De tal suerte, para tomar en cuenta esa tendencia histórica deben observarse principalmente los cambios que ocurren durante el periodo en el que dicho gobierno mantiene su influencia en la respectiva demarcación.
Para evaluar correctamente el fenómeno de la criminalidad, un consenso entre gran parte de la prensa y la academia especializada en violencia es recurrir a tasas para medir y compararla incidencia delictiva, contemplando la proporción de la población que habita cada demarcación. Además, debe indicarse la diferencia entre los datos que se manifiestan al inicio y al final del gobierno, la cual nos da una idea mucho más clara sobre la influencia que éste tuvo en esos cambios.
Por último, en el caso de los gobiernos locales mexicanos –particularmente, en la Ciudad de México– resulta deshonesto achacar la totalidad de los cambios a los programas y estrategias en seguridad de las alcaldías, ya que las funciones de seguridad se distribuyen de manera desigual entre los tres niveles de gobierno, el federal, estatal y municipal, dejando a este último escasas atribuciones.
Considerando lo anterior, realizamos un contraste entre las tasas delictivas de las alcaldías en cuestión, Iztapalapa y Benito Juárez, y de la Ciudad de México, con la finalidad de observar las diferencias de cada demarcación a lo largo del último periodo en el cual ambos candidatos gobernaron (2018-2023). Contrastar esos cambios con los que ocurrieron en la Ciudad de México nos permite, además, tener una idea sobre el papel que jugaron las alcaldías. Cabe aclarar que, de acuerdo con los datos del INEGI y la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), la incidencia delictiva en la CDMX ha tendido a la baja durante el mismo periodo.
La primera métrica que debe observarse es la diferencia entre los homicidios dolosos ocurridos en cada demarcación, pues este delito tiende a tener una menor cifra oculta(como se le conoce a la diferencia que existe entre los delitos cometidos y los delitos registrados). De acuerdo con el INEGI, las tasas de homicidio presentan el siguiente comportamiento: en la Ciudad de México se redujo de 15.82 a 8.06, lo que implica una disminución de 7.76; en Iztapalapa pasó de 16.82 a 7.30, observando una reducción de 9.52; finalmente, en Benito Juárez pasó de 4.83 a 3.95, es decir, una reducción de 0.88.
Se observa así una reducción generalizada en los tres territorios y, sin embargo, en Iztapalapa es al menos 10 veces mayor que la que hubo en Benito Juárez, a pesar de que en esta alcaldía la tasa es menor. La reducción de este delito en Iztapalapa fue incluso mayor ala que hubo en la Ciudad de México por casi dos puntos, sugiriendo que la intervención del gobierno de Clara Brugada tuvo un mejor desempeño.
Por otro lado, si consideramos los datos de todos los delitos otorgados por la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX), se observa un comportamiento opuesto al de los homicidios, ya que mientras Iztapalapa presenta una menor tasa delictiva en general, la reducción durante el periodo comparado fue menor que en la Benito Juárez(de 183.05 frente a 507.85). Llama la atención que, en ambos casos, tanto la tasa de delitos, como la reducción a lo largo del tiempo, fue mayor en ambas alcaldías que en la CDXM(71.12).
Sobre Iztapalapa pesa una gran cantidad de estigmas y prejuicios que se replican acríticamente por un amplio sector de la población que la considera como una alcaldía “peligrosa” o “violenta”. Eso es lo que parece atravesar a quienes cuestionan sobre la preferencia de vivir entre ambas alcaldías para argumentar su apoyo a Santiago Taboada.
Independientemente de la preferencia electoral – legítima –, no parece existir información que nos permita concluir que el gobierno de Clara Brugada ha hecho un trabajo deficiente en materia de seguridad. Además, en algunos delitos de alto impacto, como el homicidio, parece tener un mejor desempeño que el gobierno de Taboada en la Benito Juárez.
Sin embargo, como lo señalamos anteriormente, las funciones de los gobiernos locales en seguridad son escasas. Se limitan a poder intervenir adquiriendo infraestructura ycontratando Policía Auxiliar, además de mantener una pequeña influencia en nombrar mandos policiales, aunque las decisiones finales las determina el gobierno de la Ciudad de México.
No obstante, las alcaldías tienen una gran influencia en la construcción de infraestructura, lo que, en definitiva, ha sabido aprovechar Clara Brugada en Iztapalapa para llevar a cabo acciones preventivas y en beneficio del bienestar de la población, a diferencia de Taboada en la Benito Juárez.
Las Unidades de Transformación y Organización Para la Inclusión y la Armonía Social, mejor conocidas como UTOPÍAS, persiguen mejorar la condición general de las familias, enfatizando los servicios recreativos y de cuidados. Además, los Centros Colibrí, enfocados en combatir y prevenir los consumos problemáticos de drogas, recurren a evidencia científica elaborada alrededor del mundo para este propósito. Por todo ello, la llegada de Clara Brugada representa una esperanza para una transición (cada vez más clara) hacia una política de seguridad que privilegie la prevención y la mejoría de las condiciones de vida de la población, antes que la vigilancia y el castigo; es decir, una política verdaderamente integral.