18/03/2024 (Ciudad de México). En Rusia, en las elecciones generales, el presidente y casi candidato único Vladimir Putin, logró un respaldo electoral del 87% de votos, un récord de apoyo con un nivel de participación electoral del 74%, que también marca un hito en la historia de la democracia liberal representativa rusa, tras la disolución de la Unión Soviética.
Este tipo de democracia –basada en la premisa liberal de igualdad formal jurídica de los ciudadanos ante la ley- se implantó en Rusia con la reforma constitucional de Boris Yeltsin en diciembre de 1993, sustituyendo a las formas de democracia popular que aún persistían luego de la burocratización de la revolución rusa.Yeltsin, un presidente que representaba a toda una generación de burócratas del antiguo régimen que se convirtieron rápidamente en empresarios capitalistas, hizo aprobar una Constitución para librarse del lastre del viejo Parlamento (o Soviet Supremo), en el que todavía tenía peso el partido comunista. Así, junto al capitalismo, se consolidó un régimen marcadamente presidencialista en el que el mandatario tenía el poder de formar y disolver gobiernos. Vladimir Putin llegó al Kremlin (palacio de gobierno) en estas condiciones, promovido por el propio Yeltsin, que en 1998 lo nombró jefe del Servicio Federal de Seguridad (FSB), en 1999 Secretario del Consejo de Seguridad Ruso y luego Primer Ministro, asumiendo de forma interina la presidencia el 31 de diciembre de 1999, tras un escándalo de corrupción que concluyó con la renuncia de Yeltsin a cambio de inmunidad.
Todo lo que va del siglo veintiuno Putin ha controlado Rusia, sea como presidente interino, presidente titular elegido mayo de 2000 hasta el 2008, primer ministro con plenos poderes desde 2008 hasta 2012 bajo la formal presidencia de Dimitri Medvédev, y nuevamente presidente del 2012 hasta hoy. En 2020, Putin logró la aprobación de una nueva reforma constitucional, que ampliaba a dos períodos de reelección. No está demás decir que en esa misma reforma se incorporó a Dios en la Constitución dejando de lado el Estado Laico y se definió el matrimonio como la unión exclusivamente entre un hombre y una mujer, a tono con un régimen homofóbico y lesbofóbico.
Durante sus primeros años en el poder, Putin fue funcional a las potencias capitalistas. Era un invitado de lujo en las reuniones del “Grupo de los Siete” (Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Canadá, Francia, Italia, Japón) así como en el “Foro Económico Mundial de Davos”. Fue en esa época en que –según ha confesado el propio Putin en entrevista con el periodista estadounidense Tucker Carlson- Rusia pedía ser parte de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Todo comienza a cambiar el 2014, con el golpe de Estado en Ucrania (el EuroMaidán) que volcó la orientación del gobierno ucraniano hacia occidente, alejándolo de Rusia. La guerra civil que comenzó ese año en el este de Ucrania, es el germen de la posterior invasión rusa de febrero del 2022.
El curso que ha tomado este conflicto bélico le ha permitido a Rusia anexar cuatro regiones ucranianas de población rusohablante: la República Popular de Donetsk, la República Popular de Lugansk, la Provincia de Jersón y la provincia de Zaporozhie. Sorprendentemente, los pobladores de estos lugares votaron masivamente en estas elecciones como ciudadanos rusos.
Se suma a esto la ineficacia de las sanciones económicas de Estados Unidos y la Unión Europea, que no tuvieron la efectividad esperada por sus promotores porquerápidamente Rusia reemplazó los vetados mercados europeos y norteamericanospor otros clientes en Eurasia. Esto le dio a Putin un aura de estadista infalible.
Finalmente, el nacionalismo bélico predominante en todo el país, así como la eliminación física de cualquier oposición viable, son los factores que explican un resultado tan contundente como el conseguido por Vladimir Putin ayer, que le permitirán continuar al mando de la segunda potencia atómica mundial hasta el año 2030.