14/03/2024 (Ciudad de México). Hace unos días importantes personalidades progresistas de América Latina y España arribaron a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra (la más grande de Bolivia) para un Seminario Internacional sobre la “Nueva Arquitectura Financiera Regional” organizado por el gobierno boliviano. Estuvieron en la cita los ex presidentes de España, José Luis Rodríguez Zapatero, de Argentina, Alberto Fernández y de Colombia, Ernesto Samper, así como la vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, Delcy Rodríguez, el también venezolano Jorge Arreaza, secretario ejecutivo de la Alianza Bolivariana de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos (ALBA-TCP) y el chileno Marco Enríquez-Ominami, coordinador del “Grupo de Puebla”.

Todo este despliegue institucional, sirvió para realizar una acción política unitaria de una parte muy representativa del “Grupo de Puebla” (todas las personalidades nombradas), con vistas a lograr un acercamiento entre el actual presidente boliviano Luis Arce Catacora y el ex presidente Evo Morales Ayma, que en los últimos dos años se alejaron políticamente y actualmente se confrontan acusándose mutuamente de traición.

Por ahora el esfuerzo conciliador no tuvo resultados, lo que pone en evidencia que las diferencias políticas e ideológicas son sumamente complejas y ya trascendieron el nivel de controversias entre individuos. No hay que caer en el error de subestimar la profundidad de esta fractura del campo popular en Bolivia. No es sólo entre dos personas que tienen liderazgo político, esas personas están expresando fuerzas sociales y una determinada correlación entre ellas. Hace tiempo que en la disputa se involucraron sujetos sociales, vale decir comunidades campesinas y trabajadores urbanos, que actúan a través de estructuras políticas, sindicales e institucionales que respaldan a una y a otra dirigencia.

Evo Morales tiene el control del “Movimiento al Socialismo” (MAS), que se fundó en 1995 como un “Instrumento Político por la Soberanía de los Pueblos” (IPSP), definido a su vez como el brazo político de las organizaciones sociales campesinas, indígenas y originarias en un país en el que el peso demográfico de la población indígena, rural y urbana, es del 50% del total de 12 millones de habitantes que tiene Bolivia.

Luis Arce tiene el control del aparato de gobierno, lo que también significa manejo de presupuestos y proyectos públicos para las Alcaldías, con las que está logrando asegurarse el respaldo social en algunas regiones del país. Las últimas encuestas indican que mantiene respaldo importante en las áreas urbanas, aunque ha perdido apoyo rápidamente en las áreas rurales, que volvieron a ser los bastiones históricos de apoyo a Evo Morales.

Así se vio en el más reciente conflicto nacional por la postergación de las elecciones judiciales en las que, por votación popular, se eligen a los magistrados del Órgano Judicial. Debían realizarse en 2023, pero la Ley de Convocatoria se retrasó por impugnaciones que presentaron diputados afines al gobierno de Arce, lo que dio pie a que las organizaciones campesinas alineadas con Morales acusaran al ejecutivo de haber llegado a un gris acuerdo para aceptar la prórroga de los actuales magistrados, a cambio de que en los estrados judiciales no prosperaran impugnaciones judiciales a los contratos sobre Litio e Hidrocarburos que vienen negociando el gobierno con empresas transnacionales. Por tal motivo las organizaciones campesinas con el respaldo de sectores mineros, bloquearon las principales carreteras de Bolivia, hasta que la Asamblea Legislativa Plurinacional (Congreso) aprobó la ley de convocatoria.

Esa protesta campesina logró una contundencia y eficacia muy grandes, catapultando a Evo y desgastando a Luis en las áreas rurales, pero fue impopular en las ciudades porque derivó en la especulación con alimentos que dañó la economía de los consumidores urbanos.

De cara a las elecciones que se realizarán el año 2025, la conclusión parece muy clara: si Evo y Luis van como candidatos por separado, lo más probable es que termine triunfando la derecha.