Existen en la historia derrotas que más tarde aparecen como luminosas victorias, presuntos muertos que han hecho hablar de ellos ruidosamente, cadáveres de cuyas cenizas la vida ha resurgido más intensa y productora de valores.

Antonio Gramsci

Por Alejandro Muñoz Espinosa

13/03/2024 (Ciudad de México). Nacida un 5 de marzo de 1871, Rosa Luxemburgo fue sin duda una las teóricas marxistas más importantes del siglo XX cuyo pensamiento continúa vigente en la actualidad. Mujer revolucionaria, socialista, economista, aguda polemista y autora de múltiples cartas, ensayos, discursos y artículos, en ella confluye la unidad entre teoría y práctica. Sus preocupaciones, ideas y críticas sobre la explotación, el imperialismo, las crisis y contradicciones en la expansión del capitalismo, sus discusiones y propuestas sobre la organización, el partido y los fines de la lucha revolucionaria, los aportes a la lucha de clases y la emancipación de las mujeres nos dejan un arsenal teórico y práctico que nos sirve como caja de herramientas e inspiración para transformar la realidad.

A 102 años de su natalicio, ¿Qué podemos aprender hoy del legado de Rosa Luxemburgo en la búsqueda de una sociedad radicalmente distinta? Tres aspectos que resumen el núcleo del pensamiento y la acción política en la obra de Luxemburgo:

  1. Sus propuestas revolucionarias frente al reformismo: su carácter revolucionario la llevó a polemizar con Bernstein, quien pensaba que el objetivo final de la socialdemocracia no era la revolución, sino la reforma social. La cuestión era: reforma o revolución, ser o no ser. La crítica de Rosa se enfocaba a la adaptación del capitalismo, y no a su fin, por medio de reformas sociales. Esta idea cobra especial relevancia en nuestros tiempos cuando hemos visto cómo el reformismo de gobiernos asumidos como progresistas, han fracasado ante las derechas que emergen con mayor fuerza.
  2. Su internacionalismo militante: su propia condición, judía, polaca y alemana y sus críticas ante todas las formas de explotación y dominación, la llevaron a desarrollar una visión propia del imperialismo y a preocuparse por los intereses del movimiento obrero internacional. Así, Rosa Luxemburgo hace por ejemplo una descripción de la explotación del trabajo en las minas sudafricanas o denunciando los crímenes colonialistas en países como Argelia, Filipinas y China. Cuan vigente resulta el internacionalismo de Luxemburgo ante la globalización del capital y de la explotación que no conocen fronteras, que lleva a su vez, la profundización de las desigualdades de los países periféricos que sufren obstáculos en su desarrollo por tener una posición subordinada en el mercado mundial.
  3. La lucha por la emancipación de la mujer: la lucha de género no era parte de su pensamiento revolucionario, ya que creía que había más coincidencias con los hombres de su clase que con las mujeres burguesas independientemente del género. La principal lucha era por los oprimidos del mundo, la lucha de clases y la transformación, que creía posible sólo por medio del triunfo de la revolución socialista, solo así podía llevarse a cabo la verdadera emancipación de la mujer. En la actualidad, si bien se ha avanzado en visibilizar la lucha histórica de las mujeres, consiguiendo algunas de sus demandas, el olvido sobre la cuestión de clase por parte de cierto feminismo liberal ha negado al acceso de esas demandas a muchas mujeres (las trabajadoras, indígenas, migrantes o lesbianas), que no se encuentran en situaciones privilegiadas y esto limita la potencia transformadora de esta lucha.

La actividad teórica y la práctica revolucionaria de Rosa Luxemburgo cumplen con un papel que reivindica la necesidad de introducirnos en la praxis como categoría central de la lucha de clases y no sólo reflexionar, actuar para transformar la realidad.

A pesar del cobarde y brutal asesinato de Rosa Luxemburgo por parte de la Socialdemocracia alemana en 1919, su legado sigue vigente e inspira a generaciones enteras que buscan y construyen alternativas al actual estado de las cosas.