Fallecido a los 79 años, José Agustín deja una obra vigente que desnuda la hipocresía de todas las épocas donde centró su mirada y lo hace con un lenguaje experimental y contracultural que renovó la literatura mexicana del siglo pasado.
17/01/2024 (Ciudad de México). Este martes falleció José Agustín, uno de los principales exponentes y divulgadores de la contracultura en México. Su fallecimiento tuvo lugar en su casa en Cuautla, Morelos, donde vivía desde hace más de 40 años en compañía de su esposa Margarita Bermúdez. Desde el pasado 29 de Diciembre, sus hijos habían dado a conocer el delicado estado de salud del escritor, quien solicitó la presencia de un amigo suyo, sacerdote, zapatista y teólogo de la liberación, para que le brindara la extremaunción.
José Agustín nació en 1944, en Guadalajara, y vivió su infancia en Acapulco, mudándose con su familia a la Ciudad de México a principios de los años sesenta. Además de estudiar Letras Clásicas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y dirección en el Centro de Estudios Cinematográficos de la UNAM, formó parte del taller literario de Juan José Arreola, quien lo apoyó para publicar, en 1964, su primera novela La tumba.
Esta primera novela lo catapultó inmediatamente a la fama y lo consagró como el representante natural de toda una generación que comenzaba a cuestionar el status quo impuesto en todos los aspectos de la sociedad. Desde ésta, y en todas las posteriores, su estilo estaba marcado por una visión crítica e irreverente de los convencionalismos y la hipocresía de su época. El lenguaje que utilizaba estaba más cercano al habla cotidiana de la juventud que a la literatura académica, dejando espacio incluso para la experimentación .
Gracias a su obra fue beneficiado con becas como la del Centro Mexicano de Escritores y la de las fundaciones Fulbright y Guggenheim, así como reconocido con el Premio Nacional de Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón, el Premio Mazatlán de Literatura, Premio Nacional de Ciencias, Letras y Artes, Premio Latinoamericano de Narrativa Colima y las medallas al Mérito de Bellas Artes y al Mérito Artístico de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal.
La contracultura como bandera
En un México dominado por un aparato político que limitaba las expresiones culturales transgresoras, como el rock durante el echeverrismo, José Agustín supo sortear la censura propia de la época, no sin tener algunos roces con la autoridad que lo llevaron a la prisión de Lecumberri.
Bajo el pretexto de tráfico de drogas por posesión de marihuana, el acapulqueño fue condenado a siete meses de encierro en el mismo lugar donde también estuvieron presos José Revueltas, Pancho Villa, Siqueiros y muchos otros presos políticos. Tras su experiencia carcelaria, José Agustín adaptó al cine la novela El Apando, de Revueltas, y fue dirigida por Felipe Cazals en 1975.
Entre su obra de ficción se destacan las novelas De Perfil (1966), Se está haciendo tarde (1973), Ciudades desiertas (1982), La panza del Tepozteco (1992) y Dos horas de sol (1994), además de múltiples cuentos y guiones para cine.
Junto a este tipo de obras también se encuentra su trabajo como divulgador de la contracultura mexicana, dentro del cual lo mismo habló del rock y las drogas, hasta de las “tribus” urbanas como los jipitecas y de obras literarias desconocidas en ese entonces como El señor de los anillos.
Sus aportaciones a la vida pública de México
En medio de esta labor, también se dio a la tarea de hacer un recuento de la historia política y social de México desde la década de 1940. Este trabajo, escrito desde una mirada irónica e incisiva, aborda las diversas formas de entender el poder ejercido por el Estado y su relación con otras fuerzas como la de los empresarios, los organismos internacionales, los movimientos sindicales, el movimiento del 68, el feminismo, entre muchos otros aspectos del México del siglo XX.
Todo esto puede leerse en los tres volúmenes de Tragicomedia mexicana, publicados entre 1990 y 1998 y cuya lectura recomendó el actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, principalmente a los jóvenes.
Sobre esta obra, el mandatario destacó que es “de lectura obligada para comprender cómo funcionaba el régimen autoritario y la corrupción que imperaba [en el sistema político de antes]”. Además, criticó que otros escritores, auto asumidos críticos del poder como Enrique Krauze, Aguilar Camín, Jorge Volpi o Guillermo Sheridan, no están interesados en “poner al descubierto todos estos enjuagues” como sí lo hizo José Agustín con su talento.
Por su parte, la UNAM ha anunciado una serie de homenajes y actividades culturales que difundirán la obra y el legado del escritor acapulqueño.