04/01/2024 (Ciudad de México). En Argentina, la topadora del presidente neofascista Javier Milei confronta sus primeras dificultades. Muchos de los contenidos de su extenso “Decreto de Necesidad y Urgencia” (DNU) que lanzó en  diciembre, han sido demandados por inconstitucionalidad ante varios tribunales. Y ayer, los jueces de la Cámara de Apelaciones del Trabajo de Argentina, dieron curso a un amparo presentado por la “Confederación General del Trabajo” (CGT) anulando la aplicabilidad de todas las disposiciones en materia laboral de dicho Decreto, además de negar la “necesidad y urgencia” de sus disposiciones. Hoy, esa misma Cámara le dio la razón a otro recurso de impugnación de la “Central de Trabajadores de Argentina” (CTA), también contra el régimen laboral y sindical del DNU.

Así el gobierno, en menos de 24 horas, ha tenido dos derrotas legales que, además, ratificaron la plena competencia de la judicatura laboral, cuando lo que los abogados gubernamentales querían era que se declarara incompetente y que esos recursos legales sean atendidos en lo contencioso-administrativo, un espacio judicial mucho menos favorable a la defensa de los derechos sociales.

Es que definitivamente las condiciones actuales de Argentina no son las mismas que las de Chile después de 1973 o las de Bolivia en 1985, los dos casos emblemáticos de “ajuste con terapia de choque” en América Latina que José Luis Espert, economista y docente universitario, que fue profesor del actual gobernante, ha analizado en varios de sus escritos. Espert es actualmente diputado y hombre clave en la estructura legislativa de Milei y del ex presidente neoliberal Mauricio Macri. Acaba de asumir como presidente de la “Comisión de Presupuesto y Hacienda”, uno de los espacios en que se definirá el destino de la “Ley Omnibús”, que es así como se conoce al paquete de normas que envió la Casa Rosada al Congreso para terminar de viabilizar su programa económico.

Espert se declara admirador del economista estadounidense Milton Friedman, el Premio Nobel que cuando visitó al dictador Augusto Pinochet en 1975, guardó silencio absoluto sobre las violaciones a los derechos humanos por la dictadura chilena, y realizó una serie de sugerencias para el “shock treatment” (tratamiento de choque) que el 24 de abril de 1975 lanzó el gobierno militar bajo el denominativo “Plan de Recuperación Económica”. No hubo protestas por supuesto, cualquiera que las hiciera ponía en riesgo su vida.

Por su parte, Javier Milei ha reconocido que le llamó la atención las ideas de otro economista ultraliberal: Jefrey Sachs. Sachs estuvo en Bolivia en 1985, asesorando al presidente Víctor Paz Estenssoro para otra “terapia de choque”, lanzada en agosto de ese año con un decretazo (que tenía por número el “21060”) parecido al que ahora se aplica en Argentina. Pero las condiciones sociales de Bolivia en esos años eran completamente distintas a las del país rioplatense: la dramática caída de los precios internacionales del estaño (que en ese momento para Bolivia era el principal mineral de exportación) llevó a que el movimiento obrero, estructurado en la “Central Obrera Boliviana” (COB), fuera diezmado por el despido de 25.000 trabajadores mineros –su vanguardia sindical más politizada.

Las dos experiencias latinoamericanas en las que Milei basa su intento regresivo no son aplicables porque no hay en Argentina una dictadura militar y tampoco (por lo menos hasta el momento) la clase obrera rioplatense ha sido derrotada.

Y sobre llovido mojado. Las últimas encuestas difundidas en estos días muestran que la dureza de las medidas que ha tomado el nuevo gobierno ocasionaron -además de cacerolazos todas las noches en varias ciudades argentinas- una caída sin precedentes en democracia del respaldo ciudadano a Milei.