22/12/2023 (Ciudad de México). Fue un acontecimiento histórico. El Congreso Nacional, con la presencia del presidente Lula da Silva y todo su gabinete de ministras y ministros, en un acto realizado en el hemiciclo de la Cámara de Diputados, promulgó ayer la nueva “Ley Tributaria” que tomó nada menos que tres décadas de discusiones, tiempo en que no se podían superar los obstáculos generados a veces por la oposición social, en otras ocasiones por la oposición parlamentaria, y hasta por la oposición de los Estados en un país cuyo federalismo supone este tipo de contingencias.
Construir acuerdos legislativos en semejante entramado, constituye un enorme paso adelante para el gobierno progresista del Partido de los Trabajadores. Lo sabe Lula, que exultante presentó lo que desde el inicio de su tercer mandato fue la enseña de la izquierda, la “Justicia Tributaria”, uno de los objetivos más importantes de su presidencia.
“Es un gran triunfo para el gobierno de Lula, porque ha demostrado que tiene una gran capacidad política para tejer alianzas incluso con la derecha, aprovechando que en el paquete tributario que acaba de aprobarse también están incluidas varias disposiciones que eran del interés de Estados con mayoría conservadora. Una parte de los bolsonaristas, liderados por el presidente de la Cámara de Diputados Arthur Lira, que formó un grupo diferenciado de la extrema derecha llamado Centrao, apoyó la reforma”, nos comenta Fabio Roberto Vieira, economista y docente de política tributaria en la Universidad Federal de Minas Gerais.
Se trata de la primera gran modificación de la norma tributaria brasileña desde hace 58 años, que ha logrado fijar un mecanismo fiscal para eliminar la disputa entre Estados, cosa nada fácil en un país de 203 millones de habitantes, con 27 Estados, 5000 municipios y que tiene –según un informe de la ONG Oxfam- “el sistema tributario más opaco, complejo y caro del mundo”.
La nueva ley incorpora el Impuesto al Valor Agregado (IVA) como el único impuesto para el consumo, acoplando los cinco impuestos de este tipo que existían en la intrincada norma impositiva del Brasil.
Pero la cualidad más interesante de la nueva Ley es que fija, por vez primera en un país en que la burguesía es muy fuerte, un impuesto al lujo y a las herencias de los más ricos. “Esta es una norma para que los que tienen más paguen más y los que tienen menos paguen menos” afirmó el presidente Lula al momento de la promulgación. Lo que dice no es sólo un discurso de ocasión; en la reforma se ha incorporado un régimen especial de eliminación de impuestos para los alimentos de la canasta básica, que está destinado a abaratar y por tanto hacerlos más accesibles para las personas más pobres.
Sobre esto, Vieira nos comenta: “Una de las peores herencias de la dictadura militar que en Brasil se impuso en 1964 y que tuvo una duración bajo un régimen burocrático civil-militar hasta 1985, fue el sistema tributario regresivo, en el que bajo un concepto de universalidad fiscal en realidad terminaban tributando más, en el total nacional, la clase media y la de bajos ingresos. Esta ley tributaria incorpora un componente de impuestos progresivos –el que más patrimonio tiene, más tributa- que es histórico, ya que el lujo y las grandes herencias serán objeto de tributación”.
La Justicia Tributaria es parte de la Justicia Social. Constituye una gran lección para la izquierda latinoamericana el avance logrado en Brasil, junto a lo que intenta aplicar el proceso de transformaciones en Colombia. Recordemos que el presidente Gustavo Petro está haciendo grandes esfuerzos por sacar adelante sus leyes de impuestos progresivos en un Congreso colombiano de mayoría derechista.