0612/2023 (Ciudad de México). Si hay algo que caracteriza a Gustavo Petro, el presidente colombiano, es su tenacidad. Con tenacidad pudo lograr lo que nunca la izquierda colombiana había logrado: ganar electoralmente el gobierno. Y durante la campaña electoral planteó un programa social con varias reformas: tributaria, laboral, educativa, de salud, agraria. Logró nada menos que 11,2 millones de votos, la más alta votación lograda por ningún candidato, por lo que comenzó su mandato con mucha legitimidad que desde el principio ha tratado de erosionar la oposición política (la ultraderecha dirigida por Álvaro Uribe) y mediática.

Y una forma de desgastar a Petro fue paralizar –hasta el punto de la exasperación- esas reformas en el Congreso, aprovechando que la composición del Legislativo se definió en la primera vuelta de los comicios presidenciales, cuando el frente progresista de Petro ganó en urnas pero sin alcanzar una representación mayoritaria, lo que obligó al gobierno a negociar apoyos puntuales, combinando esa negociación con la presión social en las calles.

En las últimas dos semanas, luego de intensos debates, recién comenzó a aprobarse en la Cámara de Representantes (equivalente a la Cámara de Diputados de otros países) la ley de reforma de salud que el presidente Petro remitió en febrero de este año. Con el voto a favor de 87 legisladores y 37 en contra, la plenaria de la Cámara aprobó la Ley 339, que modifica el sistema de salud de Colombia.

Esta nueva Ley fortalece el rol regulatorio del Estado del sector privado a través de una Administradora General de Salud; crea un sistema de afiliación universal a los servicios de salud públicos; fortalece el sistema público de salud poniendo el énfasis en la salud primaria, preventiva y predictiva; limita a los entes privados (empresas promotoras de salud que manejan recursos públicos) que mercantilizaron el servicio; afirma la participación social asumiendo la salud como un bien público y bajo tal premisa fomenta las comunidades de salud.

Lo que ha ocurrido en la Cámara de Representantes allana el camino tanto para esta reforma de salud como para otras reformas pendientes, como la reforma laboral que este martes 5 de diciembre inició un segundo intento de aprobación, luego que hace un mes fracasara –por la cerrada oposición de las bancadas derechistas- una primera votación.  

Ahora la ley de reforma de la salud pasa a la Cámara de Senadores, instancia en la que la oposición ya no podría hacer cambios de fondo y, en el caso de bloquear su tratamiento previsto para el mes de enero del 2024, el repudio social y el costo político sería muy grande.

Sin embargo, hay que tomar nota de las declaraciones efectuadas por Andrés Forero, legislador del “Centro Democrático” (el partido de ultraderecha de Uribe), que fue también una de las voces que más se opuso a la reforma de salud: “Martes negro para Colombia. En la Cámara le dieron un golpe mortal al sistema de salud. El Gobierno venció, pero no convenció: la reforma se llevó por delante al gabinete y la coalición original. La pelea sigue en el Senado y en la Corte Constitucional”.