24/11/2023 (Ciudad de México). En la medida que circulaban las imágenes del horror en la Franja de Gaza, a raíz de la represalia ordenada en octubre por el primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu al ejército y la aviación militar de Israel, luego de la acción realizada por el grupo radical islamista “Hamás”, la solidaridad mundial con los gazatíes no ha dejado de crecer.
La magnitud del bombardeo, que cayó prácticamente sobre cada metro cuadrado en el norte de Gaza, y que luego se dirigió hacia el sur de la Franja, sólo puede explicarse por el enorme poderío de la maquinaria militar israelí. Las “Fuerzas de Defensa de Israel”, que así se las conoce oficialmente, cuentan con 170.000 efectivos profesionales, a los que se suman 565.000 reservistas, vale decir gente que realizó el servicio militar y que está preparada para el combate. Según el “Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo”, una entidad reconocida a nivel internacional como referente en materia de gastos militares, Israel destinó el año 2022 un total de 23.406 millones de dólares, que es mucho más alto que lo que destinan sus vecinos Jordania (2.323 millones), Egipto (4.646 millones), Líbano (4.739 millones); o de países de la región algo más lejanos como Irán (6.846 millones) y Turquía (10.644 millones). No tomamos en cuenta a Siria, pues es un país devastado por la guerra interna. Israel, con apenas 9 millones de habitantes, ocupa el puesto 15 en la lista de países con mayor gasto militar del mundo, poseedor además de una industria productora de armas.
¿Y Palestina? Según los acuerdos de Oslo de 1993, no puede tener un ejército, aunque sí cuenta con una fuerza policial. ¿Qué es entonces Hamás? Es una milicia irregular que se formó en Gaza y que, pese a que cuenta con miles de seguidores y armamento, no es rival para los israelíes.
Así se entienden las palabras del secretario general de la ONU, el portugués António Guterres, que reiteradamente habló de una “respuesta desproporcionada” contra la población civil de toda la Franja de Gaza, que son como dos millones de los que apenas una fracción pequeña son miembros de Hamás. También así se comprende la reacción del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, el austriaco Volker Turk, que ha denunciado que “el castigo colectivo de Israel contra los civiles palestinos equivale a un crimen de guerra, al igual que la evacuación forzada de civiles. Los bombardeos masivos de Israel han matado, mutilado y herido en particular a las mujeres y a los niños”. Es cierto que ambas autoridades han denunciado también los crímenes cometidos por Hamás contra civiles.
El presidente de Brasil, Lula da Silva, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, el de Venezuela, Nicolás Maduro, los gobiernos de Bolivia y Bélice que rompieron relaciones diplomáticas con Israel, prácticamente todos los mandatarios de los 54 países africanos, por supuesto la Liga Árabe Islámica que congrega a los jefes de Estado de 22 países, han hablado de que en Gaza se han cometido y se siguen cometiendo crímenes contra la humanidad.
Mientras en el mundo siguen las movilizaciones en favor de Palestina, una de las más recientes en la ciudad de La Habana (Cuba) donde diez mil personas encabezadas por el presidente cubano Miguel Díaz-Canel, salieron a manifestarse, en la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya, el eurodiputado de izquierda Manu Pineda presentó una denuncia penal contra Netanyahu y sus cómplices por crímenes contra la humanidad. El documento judicial, que el miembro español del Parlamento Europeo hizo llegar a través de la oficina del fiscal para Asuntos Palestinos de la CPI expone con detalle los crímenes de guerra, de lesa humanidad y las violaciones de derechos humanos en lo que ha incurrido el régimen israelí, solicitando que se tomen medidas contra los autores de este genocidio y “se siente en el banquillo a los responsables”. Lo que se viene ahora es una campaña mundial por la paz y el juicio a los criminales.