Cuando en noviembre del 2019 ocurrió el golpe de Estado contra Evo Morales, y luego de que ocurrieron las masacres de Sacaba (en el centro del país) y Senkata (en el occidente de Bolivia), donde murieron 38 civiles por disparos de armas de fuego de policías y militares, todo parecía indicar que se consolidaría una dictadura con barniz democrático que duraría años. Algo así como lo que está pasando ahora en Perú luego del golpe contra Pedro Castillo.

Pero el 2020 ocurrió la pandemia y el régimen de facto de Jeanine Añez se hundió en la corrupción. Su respaldo social se desplomó y la gente exigía elecciones. Las elecciones se efectuaron en octubre del 2020 y en ellas salió vencedor Luis Arce, el candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) que es el instrumento político de Evo Morales. Fue el propio Evo que sugirió la candidatura de su ex ministro de economía.

Pero el distanciamiento comenzó el mismo día de la posesión del nuevo gobierno, en noviembre del 2020. El vicepresidente, David Choquehuanca, que también cogobernó con Evo Morales como canciller pero ahora es su principal adversario, acudió a una metáfora para expresar su planteamiento de buscar una gobernabilidad pactada con los sectores conservadores, afirmando: “Así como el cóndor, necesitamos tanto del ala izquierda como del ala derecha para volar”. El cóndor es el águila andina y esas palabras Evo las criticó alertando que, al interior del gobierno, se estaba incubando una tendencia pactista y conciliadora con las fuerzas de la derecha que le dieron el golpe. Arce guardó silencio.

Todo el año 2021 se efectuaron reuniones en las que intentaban coordinar el gobierno a la cabeza de Luis Arce y el Movimiento al Socialismo dirigido por Evo Morales. Pero desde mitad de ese año, eran cada vez más frecuentes las denuncias que Evo de manera interna presentaba al presidente respecto de casos de corrupción de algunos ministros. No hubo ningún cambio de los ministros señalados y las reuniones de coordinación se suspendieron.

Las denuncias fueron subiendo de tono y se hicieron públicas. En agosto de 2022 llegaron a la Fiscalía, al presentar diputados del MAS alineados con Evo una querella contra Henry Nina, el presidente de la Administradora Boliviana de Carreteras que es una de las empresas del Estado que más recursos de inversión pública ejecuta. El caso terminaría meses después implicando sólo a técnicos subalternos y no llegó a los niveles jerárquicos. A partir de ese momento (fines del año 2022) Evo afirma que en el gobierno opera una estructura de protección a la corrupción; por su parte el gobierno acusaba a Morales de prestarse a una estrategia de desestabilización de la derecha. El alejamiento ya se había convertido en confrontación.

En mayo de 2023, en el caso de corrupción más grave durante el gobierno de Luis Arce, el ministro de medio ambiente Juan Santos, denunciado por legisladores de la corriente de Evo seis meses antes, fue detenido por la Fiscalía y enviado por un juez a la cárcel, acusado de recibir comisiones ilegales por 2,7 millones de dólares.

Este hecho, confirmatorio de las denuncias, llevó a una escalada de choques verbales afirmando Evo que el ministro de gobierno, Eduardo Del Castillo, protegía al narcotráfico. También lo acusó de dirigir un plan para defenestrarlo. El gobierno volvió a rechazar estas sindicaciones afirmando que no tenía pruebas que las sustenten. Es más, en junio de 2023, Luis Arce realizó una filigrana jurídica, aceptando la renuncia y posesionando nuevamente al día siguiente a Del Castillo cuando la Asamblea Legislativa Plurinacional, con los votos de la mitad de la bancada del MAS y las bancadas de oposición de derecha, lo censuró por dos tercios luego de una interpelación. Este hecho marcó el paso de la confrontación a la división.

Ya estaba partida la bancada legislativa del MAS y desde entonces se agregaron las divisiones en las organizaciones de masas. La Confederación de Campesinos, la de Mujeres Campesinas (conocidas en Bolivia por su denominativo de “Bartolinas”) y la de Comunidades Interculturales, que son la base del proceso de cambio en Bolivia se han dividido en los últimos dos meses.

Este es el contexto en que comenzó hoy el Décimo Congreso Nacional del Movimiento al Socialismo. Evo ganó la pulseta tanto a Arce como al mencionado Choquehuanca que querían suspender el evento. Miles de delegados procedentes de todo el país llegaron al Chapare, que es la región ubicada en el centro de Bolivia, un bastión territorial de Evo. La pregunta ahora es: ¿este Congreso convertirá la división coyuntural en ruptura estratégica con el gobierno?