25/01/2024 (Ciudad de México). El lunes 2 de octubre del 2023, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó por 13 votos a favor y 2 abstenciones el despliegue de una misión multinacional de apoyo a la seguridad para Haití. La resolución fue presentada por Ecuador y Estados Unidos, a solicitud del primer ministro de Haití, Ariel Henry, que intervino en la reunión informando sobre la terrible situación de violencia en su país, en que el Estado de Derecho prácticamente ya no existe por el control de bandas criminales, fuertemente armadas, sobre extensas zonas de la capital Puerto Príncipe.
Haití ocupa algo más de un tercio de la segunda isla más grande de las Antillas. En la otra parte de esa isla está la República Dominicana. Pero aunque están una al lado de la otra, su historia política es muy distinta. Siendo un país densamente poblado con 11 millones de habitantes, Haití arrastra una inestabilidad crónica que viene desde la dictadura de los Duvalier, que inició al convertirse el gobierno democrático de Francois Duvalier en una dictadura anticomunista pocos años después del triunfo de la revolución en la cercana Cuba. Su hijo Jean-Claude Duvalier continuó el régimen autoritario hasta los años noventa. Ahí vino una corta primavera democrática, con Jean Bertrand Aristide, un líder popular que también era sacerdote salesiano y que ganó las elecciones en 1991. Fue derrocado por el militar Raoul Cédras que tenía el respaldo de Estados Unidos entonces gobernado por el republicano George Busch; retornó al poder tres años más tarde, ya transformado en una dócil ficha del nuevo gobierno demócrata estadounidense de Bill Clinton. El último gobierno de Aristide concluyó en 2004, siendo en ese período que comenzaron a organizarse las bandas de criminales y ex policías dados de baja.
Vinieron luego varios gobiernos elegidos en las urnas, hasta que esas bandas criminales que crecieron a la par del narcotráfico, contrataron con respaldo logístico proveniente del Estado de Florida (Estados Unidos) a sicarios colombianos que asesinaron al presidente Jovenel Moïse en julio de 2021. Desde entonces el poder real en Haití lo tienen los criminales armados.
Aprobada hace cuatro meses, la resolución de las Naciones Unidas sobre la misión internacional de intervención de paz en Haití encabezada por Kenia, sigue sin cumplirse. La guerra en Ucrania y el genocidio en Gaza, que se inició en ese mismo octubre, siempre fueron prioritarios.
Mientras tanto, Haití siguió desangrándose. Un informe de la Organización de las Naciones Unidas afirma que en el año 2023 los homicidios aumentaron en un 119.4%. El informe detalla que 4.789 personas perdieron la vida, entre ellas 465 mujeres, 93 niños y 48 niñas.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, en la reunión trimestral con el Consejo de Seguridad sobre la situación mundial, al referirse a Haití y presentar los datos dijo: “Estoy consternado por el alarmante grado de violencia cada vez mayor de los actos perpetrados por las bandas, que devastan la vida de los haitianos”.
Continuó: “Las bandas siguen cometiendo homicidios, secuestros y actos de violencia sexual con total impunidad, sobre todo contra mujeres y niñas. Estoy alarmado por la rápida extensión de la violencia de las bandas a zonas rurales antes consideradas seguras”.
Guterres ha exhortado a la comunidad internacional con carácter de urgencia a que aumente su apoyo a las respuestas humanitarias y de desarrollo en Haití. Sin embargo, sus palabras suenan más a una proclama de buenas intenciones que a un anuncio de acciones concretas. El tiempo sigue pasando y la gente sigue muriendo en un país que lucha por salir del olvido mundial.