El presidente brasileño Lula da Silva visitó a su homólogo boliviano Luis Arce para suscribir acuerdos sobre hidrocarburos, litio y energía eléctrica. La reunión fue en la ciudad de Santa Cruz -convertida en la más poblada y con mayor movimiento económico de Bolivia- inmediatamente después de la reunión en Paraguay del “Mercado Común del Sur” (Mercosur), a la que ambos asistieron.
En lo que se refiere a gas y petróleo, los acuerdos comprometen mayores inversiones de la empresa estatal “Petrobras”, destinados a desarrollar nuevas reservas, así como una ampliación del mercado brasileño. Estos desarrollos son urgentes para la economía boliviana que atraviesa problemas debido a la caída de las exportaciones de gas a Argentina (que ya no le compra a Bolivia al tener su propio abastecimiento) y una reducción de los mercados en Brasil.
También se suscribió un convenio que asegura la compra futura por Brasil de los derivados del Litio, de fertilizantes y de energía eléctrica provistos por Bolivia.
En lo tocante al Litio, recordemos que, según datos del Servicio Geológico de Estados Unidos, las mayores reservas a nivel mundial están en Bolivia, con 21 millones de toneladas, seguido de Argentina, con 20 millones de toneladas y Chile, con 11 millones de toneladas. Pero la industria boliviana del litio se ha rezagado en el último quinquenio frente a los avances argentinos y chilenos.
El año 2023 el gobierno boliviano hizo un cambio de estrategia de industrialización, pasando de la tecnología con base en la evaporación por radiación solar en piscinas interconectadas entre sí, a la tecnología de extracción directa recurriendo a procesos industriales y electroquímicos. Aunque los voceros oficiales manejaron el discurso que no se desechaba la primera para adoptar la segunda, en los hechos la tecnología de evaporación ha sido descuidada, sin que se vean hasta ahora resultados concretos de la nueva estrategia. Las observaciones a los anteriores lineamientos, esos que fueron implementados durante el gobierno de Evo Morales (2006-2019), del que también formó parte Luis Arce como ministro de Economía, llegaron al extremo de instaurarse procesos de investigación contra ex autoridades sectoriales evistas. Es el caso del ex ministro de minería, Luis Alberto Echazú, que está con detención domiciliaria desde abril de este año, sin que hasta ahora el gobierno haya demostrado sus acusaciones de malos manejos.
La visita de Lula da Silva, un referente para la izquierda continental, no se da sólo por motivos de complementación económica entre Brasil y Bolivia. Ocurre luego del levantamiento militar con objetivos golpistas que sucedió en la ciudad de La Paz el 26 de junio pasado. Esa asonada ha prendido las alertas del gobierno brasileño, al que no le conviene la inestabilidad política en el vecino país, que lleve al desgaste de la presidencia de Luis Arce (que en noviembre ingresará al último año de su gestión), pues calcula que tal inestabilidad será caldo de cultivo para proyectos de extrema derecha, abiertamente regresivos en derechos sociales y hostiles a la integración latinoamericana, tal y como evidencia el gobierno de Javier Milei en Argentina.
El mensaje político de Lula al presidente Luis Arce y al expresidente Evo Morales fue muy claro: se necesita la unidad de todas las fuerzas democráticas y populares para derrotar el peligro de la extrema derecha en América Latina. El líder social brasileño destacó, en declaraciones a los medios de comunicación efectuadas tanto en Asunción como en Santa Cruz, que esa unidad fue la que permitió en Francia que la extrema derecha sea derrotada, y es algo que debemos también aplicar en estas tierras.
El enfrentamiento y la división que se da en Bolivia, precisamente entre Luis Arce y Evo Morales, ponen en riesgo las posibilidades de que el “Movimiento al Socialismo” (MAS) -que es el instrumento político de los movimientos sociales bolivianos- triunfe en las próximas elecciones generales que se realizarán el año 2025.