03/12/2024 (Ciudad de México). En otra amenaza arancelaria, propia de un proteccionismo económico clásico, que ya no se corresponde con los actuales tiempos de comercio y finanzas globales, el presidente electo Donald Trump, afirmó que “impondrá aranceles de 100% a los países miembros de los BRICS si crean otra moneda o respaldan otra para sustituir al dólar estadounidense”.
La advertencia recae sobre Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Irán y Emiratos Árabes Unidos, que son los países que actualmente forman parte del bloque, y tiene la intención preventiva de impedir que otros países se les unan.Recordemos que Azerbaiyán, Argelia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Malasia, Tailandia,Turquía, Venezuela y Vietnam, han pedido su incorporación o la han logrado, pero en calidad de “Estados Socios”, no ya como miembros fundadores de los BRICS.
Los argumentos de los proteccionistas que rodean a Trump, y que eventualmente derrotaron a los librecambistas (también llamados globalistas) representados por el Partido Demócrata, respecto a la protección de los empleos o de las industrias estadounidenses, en este caso no se aplican ya que, de todos los países de los BRICS, sólo China está entre los mayores compradores o vendedores (“socios comerciales” les dicen en la jerga económica convencional) del país del norte.
Haciendo un repaso de las principales naciones con las que Estados Unidos tiene movimiento comercial, encontramos que México es el país con el que tiene un mayor flujo, que se acerca los 70 mil millones de dólares, tanto en bienes agrícolas, vehículos, bienes de capital y electrónicos. Canadá ocupa el segundo lugar. China está en tercer puesto, aunque son mucho mayores las importaciones (lo que Estados Unidos le compra) que las exportaciones (lo que le vende), siendo el 8% en el primer apartado, y 22% en el segundo, por lo que la Balanza Comercial con este país asiático va generando endeudamiento comercial. La Unión Europea aparece luego, pero más como comprador, ya que la quinta parte de las exportaciones de Estados Unidos van para allá. Finalmente, Japón aparece con un 8% de las importaciones estadounidenses.
Entonces la amenaza del magnate neofascista tiene en realidad objetivos más de política monetaria que de política comercial, que echará a andar en su administración que inicia el venidero 20 de enero de 2025. El objetivo es China, a la que ya amenazó con aplicarle un 10% más de aranceles y con la que tuvo un enfrentamiento comercial desde el 2018 hasta enero de 2020, cuando ambos países firmaron la denominada Fase I de un Acuerdo Comercial que puso fin a la disputa, en la que el primer gobierno trumpista no pudo doblar el brazo de Beijing.
Ahora la pelea será por fijar barreras arancelarias con China (y con los “socios comerciales” de China en el BRICS), que eviten que siga aumentando la deuda comercial de Estados Unidos con la segunda potencia mundial. Sabe el equipo de Trump que una subida de aranceles llevará a que los precios también suban, por lo que la Reserva Federal tendrá que subir el precio del dólar, aumentando las tasas de interés y fortaleciendo así su moneda. Trump ha dicho en su campaña que reducirá impuestos a los ciudadanos de Estados Unidos, piensa compensar esa caída en ingresos fiscales por la vía de un incremento del pago de aranceles.
Pero una cosa es la teoría y otra la realidad. Una cosa es lo que planifiquen desde la visión nacionalista extrema de Trump y otra cosa es el mercado mundial en el que confluyen múltiples factores. Lo cierto es que, así Estados Unidos siga siendo el mayor importador de bienes del mundo, se duda de la factibilidad de que se lleve a la práctica la amenaza, por cuanto, si por hacerlo reduce su flujo comercial global, el efecto será exactamente el contrario: debilitará al dólar.