18/11/2024 (Ciudad de México). En política internacional, hay que entender a los llamados “Grupos” como el resultado de coyunturas críticas que plantearon la necesidad de coordinar entre las economías de los países más industrializados, para luego incorporar a los países emergentes.

El llamado “Grupo de los Siete” (G7) surgió como resultado de la crisis del petróleo de 1973, que se originó en la abrupta decisión de los países árabes productores de crudo, que dejaron de sostener con precios irrisorios de la materia prima energética, a las industrias europeas y estadounidenses. El resultado fue la depresión económica en los países con capitalismo más avanzado (Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Alemania Occidental, Italia, Canadá y Japón). De urgencia,el Secretario del Tesoro de los Estados Unidos, George Schultz, impulsó en Washington una reunión al máximo nivel financiero de esos países, gestándose así el G7. 

En 1997, con la finalidad de incorporar a la élite capitalista a Rusia, su jefe de Estado, Boris Yeltsin, fue invitado a la reunión del G7 en la ciudad de Denver. Así nació el “Grupo de los Ocho” (G8).

La siguiente década puso en evidencia el notable desempeño económico de los países emergentes, fundamentalmente asiáticos (China, India, Corea del Sur e Indonesia) que fue modificando la correlación de fuerzas a nivel mundial. A ellos, se sumó el potencial productivo de países de América Latina, como México, Brasil y Argentina, y el avance de Sudáfrica, Australia, Turquía y Arabia Saudita. Se consolidó la Unión Europea y surgió la Unión Africana. Con todos ellos, y motivada por el crack financiero del año 2008, se formó el “Grupo de los Veinte” (G20) en noviembre de ese año, en la Cumbre de Washington.

Este recorrido por sus antecedentes nos permite entender por qué, en la actualidad, el G20 se ha convertido en el Foro Global Político y Económico de Naciones más importante, aunque dejando en claro que sus decisiones no sustituyen a la “Organización de la Naciones Unidas” (ONU), pues no son vinculantes ni obligatorias para sus miembros. 

Y es a este Foro que asiste la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, en cuya primera intervención argumentó en favor de su propuesta de redirigir el 1% del gasto armamentista mundial -un porcentaje que representaría algo así como 24 mil millones de dólares- para el “programa de Reforestación más grande de la historia”, fundamental para encarar la crisis climática que vive el planeta.

Por su parte, el presidente de Brasil, quien es también anfitrión de la cita, Lula da Silva, ha planteado que, para acabar con el hambre de 350 millones de personas en el mundo, se debe fijar un impuesto global a los multimillonarios del 2% sobre sus riquezas acumuladas. 

Estas dos propuestas, hechas por los más importantes referentes latinoamericanosque se identifican con el progresismo y el humanismo, son absolutamente convergentes, pues se sustentan en los principios de la Justicia Social, la defensa de la Naturaleza y el Pacifismo. 

En lo que resta de la Cumbre del G20, se va a continuar debatiendo los temas de la transición energética, la economía digital, la inteligencia artificial, las nuevas tecnologías y la democratización de la conectividad. 

También será planteada la necesidad de la regulación de las plataformas digitales empresariales, como una forma de luchar contra las fake news y la desinformación. Recordemos que, en este acápite, Brasil ha dado un ejemplo de soberanía, al prevalecer la Justicia brasileña sobre el poder del multimillonario Elon Musk, dueño de la Plataforma X.

Será inevitable la referencia a las guerras de Ucrania y el Medio Oriente, en una especie de debates amplificados de lo que debería resolver el Consejo de Seguridad de la ONU, cuya anacrónica composición con cinco miembros permanentes con poder de veto (Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña) quedó superado por los acontecimientos.