12/11/2024 (Ciudad de México). En la política doméstica estadounidense suele utilizarse el término “Halcones” para referirse a los funcionarios civiles o militares del gobierno federal que tienden al uso de la fuerza antes que la diplomacia en asuntos internacionales. 

Luego de consolidada su victoria en las elecciones, así como también la mayoría del Partido Republicano en el Senado, y con escrutinios todavía en desarrollo, pero con amplias posibilidades de que se revalide el control por los republicanos de la Cámara de Representantes, Donald Trump ha comenzado a conformar su primera línea de colaboradores. 

Se inclina por designar, como su próximo Secretario de Estado, al senador por Florida, Marco Rubio, un representante de la línea dura contra Cuba, Venezuela y Nicaragua. Rubio es uno de los pesos pesados entre los ultraconservadores, que a punto estuvo de ser designado candidato a la vicepresidencia, pero Trump se decidió por James David Vance en la Convención Nacional realizada en Milwaukee, en julio pasado.

Rubio es hijo de migrantes cubanos (no corresponde el término “exiliados” ya que salieron de la isla en 1956, antes de la revolución). Vive en el Estado de Florida y desempeñó un rol fundamental en el nexo con las comunidades latinas, lo que permitió que Trump aumentara notablemente su votación en este núcleo de colectividades de origen hispano. A la postre, ese incremento de votos fue fundamental para arrebatar al Partido Demócrata la mayoría en la votación popular, cosa que en veinte años ningún candidato republicano había logrado desde que George W. Bush derrotó al candidato demócrata John Kerry, en las elecciones del 2004.

Pero sería ingenuo pensar que Trump podría optar por Marco Rubio sólo por los votos latinos que representa. En realidad, el magnate ultraconservador quiere dar un mensaje: la disputa por el dominio mundial Estados Unidos la continuará dando, pero asegurándose de que en el continente americano no tendrá contrapesos.

Significa esto arremeter contra la revolución en Cuba, y contra los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua. Y es precisamente en esto que radica la peligrosidad de Rubio. Siempre ha sido el representante del numeroso contingente de exiliados cubanos y venezolanos, que viven y hacen frenética actividad política en la ciudad de Miami, y que están seguros de que el desgaste del gobierno cubano comunista encabezado por Miguel Díaz-Canel, les permite pasar del bloqueo a la toma del poder en la isla. Y lo mismo en relación a Venezuela, presionan a la Casa Blanca por acciones más frontales contra el régimen chavista.  

Esto explica también la designación, ya confirmada, de Mike Waltz como Asesor de Seguridad Nacional, que trabajará adjunto a la oficina oval que ocupa el Presidenteen la Casa Blanca. Como Trump mismo se ha encargado de resaltarlo: “Waltz es el primer boina verde en ser elegido para el Congreso y anteriormente sirvió en la Casa Blanca y en el Pentágono (…) Un experto en las amenazas planteadas por China, Rusia, Irán y el terrorismo global”. En el último tiempo Waltz se ha caracterizado por sus posiciones absolutamente favorables a Israel en Medio Oriente, y plenamente contrarias a China en el enorme escenario del Océano Pacífico. 

Trump también anunció que Tom Homan asumirá como el “zar de la frontera”, la persona que se encargará de aplicar sus políticas contra los migrantes, particularmente en la frontera sur con México. 

No es la primera vez que Trump se rodea de halcones, recordemos que en su primera gestión de gobierno tenía a cuatro duros en su gabinete: Mike Pompeo, John Bolton, Elliot Abrams y Mauricio Claver Cardone. Ninguno de ellos va a repetir. Pero con los nuevos nombramientos se confirma que la política exterior de la nueva administración republicana, se ceñirá a lineamientos hegemonistas, pragmáticos e intervencionistas, particularmente en la relación de Estados Unidos con América Latina y el Caribe.