27/09/2024. (Ciudad de México). La presidenta electa de México, Claudia Sheinbaum, no invitó al Rey de España, Felipe VI, a su toma de posesión de gobierno. Ella misma informó que tal situación se da, porque la monarquía de ese país europeo nunca respondió a una carta que envió el presidente Andrés Manuel López Obrador en marzo de 2019. En esa carta el mandatario solicitó un reconocimiento público por los daños causados a los pueblos originarios durante la conquista española de México. Tal planteamiento se hizo tomando en cuenta que el año 2020 se festejaba el bicentenario de la independencia mexicana.
El hecho de la conquista (que supone violencia y muerte) ha intentado, por décadas, tratar de invisibilizarse. Desde antes de 1992, cuando se cumplieron 500 años de los viajes de Cristóbal Colón a esta parte del mundo -que la historiografía convencional de contenido marcadamente eurocéntrico, denominó “descubrimiento del nuevo mundo”- el Estado español hizo un enorme y sumamente costoso esfuerzo por amortiguar el impacto de la fecha en los países hispanoamericanos.
La narrativa oficial española insistía que, ese 12 de octubre de 1492, comenzó el “Encuentro de Dos Mundos”. Con tal visión se publicaron libros, se hicieron películas y se organizaron eventos conmemorativos con los gobiernos neoliberales, que eran mayoría en esa época en América Latina. Decía también esa narrativa que lo ocurrido fue el resultado de la evolución social de ambos mundos, y que luego del contacto vino una época en la que el mestizaje cultural definió a los nuevos países, todos surgidos tras la independencia del régimen colonial español.
Pero al mismo tiempo, una gran cantidad de organizaciones indígenas y originarias de varios países, convirtieron ese 1992 en un año de protestas y grandes movilizaciones reivindicativas. Las más numerosas se dieron en Bolivia, Ecuador, Colombia, Guatemala y México, donde fue planteada la necesidad de la descolonización, así como la lucha por el reconocimiento de los derechos colectivos de los pueblos originarios.
Se recordó que la Conquista fue, no sólo en México, sino también en Sudamérica, la imposición del dominio europeo a costa de la destrucción de las culturas originarias, que ni siquiera eran consideradas como tales.
Una década después, a principios del siglo veintiuno, precisamente en Bolivia y enEcuador, se realizaron Asambleas Constituyentes con gran participación de pueblos originarios. El resultado fue la conformación de los primeros Estados Plurinacionales, así como la aprobación de un amplio catálogo de derechos territoriales, culturales, ambientales, políticos, económicos y sociales reconocidos en sus Constituciones. Lo mismo pasó en Venezuela, dentro del proceso conducido entonces por Hugo Chávez.
Volviendo a la situación actual en México, esta exigencia de respeto al monarca europeo, nada menos que del presidente saliente y de la presidenta electa del país de habla hispana más poblado del mundo, coincide con el momento en que se acaba de aprobar una reforma que reconoce los derechos de los pueblos originarios y afromexicanos dentro de su Constitución.
Y es que, tanto Andrés Manuel López Obrador como Claudia Sheinbaum son laexpresión de un profundo proceso de cambios sociales que se está dando desde hace seis años y ahora se proyectará por un sexenio más en México. Tal proceso es denominado la Cuarta Transformación.