Alfredo Rada
20/09/2024 (Ciudad de México). El Papa Francisco se reunió con representantes de movimientos populares de trabajadoras y trabajadores de América Latina, Europa, África y Asia. La reunión se dio para conmemorar los diez años de otro “Encuentro Mundial de Movimientos Populares” que se realizó en 2014 en la ciudad de Santa Cruz, la más poblada y grande de Bolivia.
En marzo de 2013, Jorge Mario Bergoglio, que por entonces era el arzobispo de Buenos Aires, fue elegido por la iglesia católica como el Sumo Pontífice, el primer jesuita en la historia en lograrlo, adoptando el nombre de “Francisco”. Año y medio después, eligió Bolivia para uno de sus primeros viajes papales, afirmando que la presencia de pueblos indígenas -o naciones originarias, como se conocen en Bolivia- dentro del proceso de cambios sociales y políticos en Bolivia, era algo que quería conocer. Ya cuando arribó a tierras bolivianas, en las que el presidente era Evo Morales, celebró una misa en la que pidió perdón a esos pueblos y naciones indígenas, que sufrieron el régimen colonial español desde 1533, cuando ocurrió la derrota y el asesinato del último gobernante incaico Atahuallpa, hasta 1825, año de la independencia de Bolivia.
Ayer en el Vaticano, el evento conmemorativo de ese primer Encuentro Social, tuvo por lema “Plantando bandera frente a la deshumanización”. Importantes referentes sociales como el argentino Juan Grabois, la española Xaro Castelló o el brasileño Joao Pedro Stedile, estuvieron presentes. También fueron invitados Anuka Thirimadura de la organización La Vía Campesina de Asia, Rose Molokeane de Slum Dwellers International de África, Susana Réfega del Movimiento Laudato si de Europa, Naema Yaqoub de Mediterranea Saving Humans Refugees in Libya, y Gloria Morales de la organización Pico Network de Estados Unidos y Canadá.
Hablar de la deshumanización constituye un mensaje muy oportuno para el momento actual, cuando se están fortaleciendo algunos proyectos gubernamentales profundamente regresivos, y hay gente muy poderosa política y económicamente -como Donald Trump, Javier Milei y Elon Musk- que emprenden una “batalla cultural” contra toda noción de igualdad económica y justicia social.
Y en ese afán de echar para atrás las conquistas sociales, con el argumento ultraliberal de que “el pago de los derechos significa solamente costos que no reportan beneficios”, se está llegando a insoportables niveles de deshumanización: Trump desatando el odio xenófobo contra los migrantes, acusándoles sin pruebas de que “se comen a las mascotas”; Milei tildando de “ratas inmundas y degenerados fiscales” a quienes se oponen a su ajuste con shock en Argentina; Musk respaldando hace seis meses el comentario de un usuario racista en X, que afirmó que había que deshacerse de “las hordas de minorías que apoyan la inundación del país”.
Las palabras del Papa Francisco estuvieron dirigidas a defender la necesidad de construir la Justicia Social, de forma tal que se garantice el logro de los siguientes objetivos profundamente humanistas: “Ninguna familia sin vivienda, ningún campesino sin tierra, ningún trabajador sin derechos, ninguna persona sin la dignidad que da el trabajo”.
El Papa es exponente de la Teología Popular, que postula vivir el cristianismo tomando una opción preferencial por las y los pobres del mundo, para cambiar un orden social injusto. A este principio ético le agregó hace diez años la encíclica “Laudato si”, que tiene un avanzado enfoque ecologista, de defensa de unanaturaleza cada vez más agredida y depredada por un sistema industrial capitalista, que está llevando al mundo al borde de la extinción de la vida.
Para América Latina estos posicionamientos de la principal autoridad de una de las religiones más profesadas en el mundo, tiene enorme importancia. En el caso de México, las ideas del Papa Francisco coinciden plenamente con uno de los postulados de la Cuarta Transformación: “por el bien de todos, primero los pobres”.
Finalmente, no pasó desapercibida una frase de la alocución de Francisco: “En Argentina en vez de pagar la justicia social, prefirieron pagar el gas pimienta”. Fue una alusión directa a la brutal represión contra los jubilados.