18/09/2024 (Ciudad de México). En las ciudades libanesas de Beirut, Biblos, Trípoli, Baalbek, Sidón y Tiro, ayer se escucharon simultáneamente las explosiones de miles de beepers -un pequeño aparato de mensajería utilizado por miembros de la milicia Hezbolá- que causó decenas de muertos y casi 4000 heridos. Hoy se escucharon nuevas explosiones, al parecer en otro tipo de dispositivos móviles tales como Walkie Talkies.
Todo indica que se trató de una larga infiltración del Mosad, que es el servicio secreto de Israel, en la cadena de suministros del grupo armado libanés. El Mosad, como servicio de inteligencia exterior, se fundó en diciembre de 1949, por sugerencia del entonces primer ministro David Ben Gurión. Desde entonces, con el respaldo de agencias de inteligencia de los Estados Unidos (la CIA) y de Inglaterra (el MI-6), junto a enormes presupuestos del Estado de Israel, se ha convertido en una de las estructuras ocultas más eficaces y letales del mundo.
El Mosad quedó en entredicho el año pasado, cuando ocurrió la violenta incursión de la milicia Hamás en el sur de Israel. Sea por desconocimiento del enorme operativo palestino, o porque teniendo conocimiento no actuó para impedirlo, el Mosad fue muy criticado dentro de Israel.
Por ello que este ataque, que la policía y los servicios de seguridad de Líbano atribuyen a Israel, está permitiendo al Mosad rápidamente reposicionarse, debido a la efectividad de una operación de tipo terrorista, que permitió que se ocultara un pequeño explosivo plástico al lado de la batería del beeper, que fue activado a distancia a través del envío de un mensaje.
Ante las primeras versiones de que los pequeños aparatos fueron fabricados en Taiwán, de inmediato la empresa taiwanesa Gold Apollo negó haber manufacturado esos aparatos y señaló a una empresa radicada en Hungría de ser la responsable.
Si ya en el historial del terrorismo, el atentado con aviones comerciales que fueron convertidos en misiles dirigidos contra las Torres Gemelas, en Nueva York el 11 de septiembre de 2001, había mostrado una marca difícil de superar en la escala del horror, esto que acaba de suceder en Líbano es una muestra de un masivo atentado terrorista, el primero de esta clase y a esta escala a nivel mundial.
Causa espanto sólo imaginarse miles de pequeñas bombas en los bolsillos de quienes sin saberlo las portan, circulando en mercados muy concurridos, o en el transporte público masivo, o en alguna plaza donde hay mucha concurrencia de gente y que, en forma simultánea, estallen matando o hiriendo a sus dueños, además de otras personas mayores, o niñas y niños que estaban cerca en ese momento.
El gobierno de Israel no ha reivindicado oficialmente este masivo atentado terrorista en Líbano. Pero muy poca gente duda que es el país al que le conviene dar este golpe sangriento dirigido contra uno de sus mayores enemigos, Hezbolá. Israel acaba de confirmar su frialdad asesina, que no duda un segundo en dañar a gente inocente, que pasará a denominarse “daños colaterales”.
Con todo y la condena internacional que este hecho genera, no supera el genocidio que está practicando el ejército israelí contra el pueblo palestino en la Franja de Gaza y recientemente en Cisjordania. Así se explica que hoy, miércoles 17 de septiembre de 2024, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó, por una abrumadora mayoría de 124 votos a favor, 14 en contra y 43 abstenciones, una Resolución que exige a Israel poner fin a su “ocupación ilegal de territorios palestinos” en el plazo de un año.