26/06/2024 (Ciudad de México). Todo comenzó hace dos noches con una entrevista televisiva en la que el Comandante del Ejército, General Juan José Zúñiga, vertió amenazas directas contra el ex presidente Evo Morales. Zúñiga afirmó que el brazo armado que dirige no vacilará en apresar a Morales por lo que llamó “actitudes desestabilizadoras”.

La agresión verbal de Zúñiga recordó inmediatamente la actitud vehemente de otro militar, el general Williams Kalimán, comandante general de las fuerzas armadas que en noviembre de 2019 participó en el golpe de Estado que derrocó a Evo Morales. Volvieron también a la memoria colectiva las imágenes de las masacres de Sacaba, el 15 de noviembre de 2019, y Senkata, cuatro días después, en las que efectivos militares y policiales con el apoyo de tanquetas mataron a decenas de manifestantes que resistían al régimen golpista de Jeaninne Añez.

Por ello, parlamentarios del Movimiento al Socialismo (MAS) de la línea de Evo Morales y abogados constitucionalistas señalaron que las palabras de Zúñiga no debieran tomarse sólo como un intento de amedrentar al ex presidente, ya que el jerarca militar estaba amenazando a la democracia.

Tal riesgo se confirmó hoy con el desplazamiento, ordenado por el general Zúñiga, de tropas y tanquetas, que tomaron la Plaza principal de la ciudad de La Paz, en lo que fue el inicio de un golpe militar. La inicial zozobra dio paso luego a una catarata de denuncias nacionales e internacionales, siendo las más importantes las que emitieron el presidente Luis Arce y el ex presidente Evo Morales, que coincidieron en convocar al pueblo a la defensa de la democracia. En el caso de Evo Morales inmediatamente llamó a la huelga general indefinida y el bloqueo general de carreteras en todo el país, logrando que importantes organizaciones como la Central Obrera Boliviana (COB) se sumara a la convocatoria.

El general Zúñiga, en uniforme de campaña y encima de una tanqueta, llegó hasta Palacio para exigir una entrevista con el mandatario, declarando a los periodistas a pocos metros de la puerta, que “por el momento” reconocía a Arce como comandante en jefe, y que le entregaría un petitorio para que “sean liberados los presos políticos”. Se refiere a los golpistas Jeanine Añez y Luis Fernando Camacho, actualmente procesados y presos. El presidente Arce se encontraba en el Palacio de Gobierno y salió hasta la puerta a encarar al general Zúñiga, negándole la entrevista y ordenando que se replieguen.

Ya entrada la tarde, en Palacio de Gobierno, se procedió a cambiar al Alto Mando Militar, posesionando al general José Wilson Sánchez en lugar de Zúñiga. Esta señal firme aunque algo tardía -pues debió tomarse inmediatamente el comandante vertió sus amenazas públicas- fue la que sofocó el intento de golpe de Estado, cuyos protagonistas terminaron replegándose a sus cuarteles. Mientras, en las calles de la ciudad de La Paz, la gente seguía agolpándose en los cajeros automáticos tratando de retirar efectivo ante una situación descontrolada.

En los últimos meses la inestabilidad institucional, derivada de la suspensión de las elecciones judiciales que deslegitimó al Poder Judicial, y la parálisis de la Asamblea Legislativa Plurinacional (Congreso) están abriendo los resquicios por donde las tendencias golpistas tratan de irrumpir.

Por otra parte, el deterioro de la situación económica del país, con escasez de carburantes, incremento en el precio de los alimentos y falta de divisas, también se convierte en caldo de cultivo para movimientos desestabilizadores de ultraderecha.

La división de las fuerzas populares, entre el liderazgo social de Evo Morales y el liderazgo gubernamental de Luis Arce, debilita la fortaleza unitaria que se necesita para confrontar a los golpistas. Hoy surgió una posibilidad de reacercamiento, al denunciar -coincidentemente aunque por separado- ambos liderazgos el golpe de Estado protagonizado por el general Zúñiga.

La última información procedente de Bolivia es que, por orden del Fiscal General, el general Zúñiga ha sido detenido.