La asamblea estudiantil del CCH Naucalpan decidió tomar las instalaciones escolares como presión para exigir la erradicación del porrismo y el esclarecimiento del ataque del 8 de mayo. El Dr. Hugo Sánchez Gudiño explica el origen, actividades y utilidad de los porros en la UNAM.
15/05/2024 (Ciudad de México). Tras el ataque el pasado 8 de mayo de un grupo de porros en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) de Naucalpan, perteneciente a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que resultó en la muerte de un estudiante de 19 años, la comunidad estudiantil organizada en asamblea decidió tomar las instalaciones de este plantel para exigir de erradicar este tipo de violencia.
La decisión de los estudiantes de tomar este inmueble se da después de que las autoridades del CCH Naucalpan incumplieron un acuerdo en donde se le solicitó a la secretaria general del plantel, Veronica Berenice Ruiz, continuar en las clases presenciales, suspendidas 13 de mayo por el director Keshava P. Quintanar.
Asimismo, la comunidad estudiantil ha denunciado que el personal de jurídico del CCH no está aceptando la toma del plantel, no están dejando ingresar a varios alumnos que buscan participar en la toma y están inhibiendo a estudiantes que se quedaron adentro. “Nosotros y toda la comunidad sabe que están tratando de silenciarnos (…), no le están dando la importancia, no le están dando seguimiento a los acontecimiento del 8 de mayo y solo se están burlando de nosotros (…). Exigimos justicia por lo que pasó, queremos que digan la verdad de los hechos y que se nos tome en serio como comunidad y estudiantes (…). No nos vamos a ir de aquí sin un pliego petitorio firmado por el director”, afirma en entrevista para este medio una de las estudiantes del CCH Naucalpan que participa en esta toma del plantel.
Casi 100 años de existencia de los “porros”
El ataque porril al CCH Naucalpan ha generado una indignación en la comunidad de la máxima casa de estudios; sin embargo, no es un hecho aislado ya que no es la primera vez en la que estudiantes son víctimas de la violencia generada por estos grupos.
Por tal motivo entrevistamos al Dr. Hugo Sánchez Gudiño, profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y de la FES Aragón de la UNAM, experto en Movimientos Estudiantiles y Porrismo en México y autor del libro “Génesis, Desarrollo y Consolidación de los Grupos Estudiantiles de Choque en la UNAM (1930-1990)”.
Gudiño definió a los “porros” como grupos de choque que utilizan la violencia como como recurso de control e inhibición de la organización estudiantil en la UNAM, que están por cumplir 100 años de existencia y que debe su vigencia al éxito que ha tenido para ejercer control sobre la comunidad estudiantil.
“Están por cumplir 100 años de vida, fueron creados en 1920 en el centro en el Centro Histórico (de la Ciudad de México) porque antes la UNAM era más pequeña y su espacio territorial estaba allí (…). Quienes los crearon fueron directivos de la Universidad. Utilizaban la violencia para de alguna manera ejercer el control sobre los estudiantes de esa época. Fue tan exitoso este modelo que conforme pasaron los años se fueron perfeccionando y los distintos directivos y rectores, de esa época, crearon su propio grupo de guardaespaldas juveniles. Algunos los ubicaban como policías jóvenes universitarios y otros los ubicaban como un grupo de choque”, explica Gudiño.
También, señaló que estos grupos tomaron el nombre de “porros” en la década de los 50 por la influencia del fenómeno del fútbol americano en los Estados Unidos y los grupos de porristas y que en México se importaron como “porras universitarias”. “La comunidad los bautizó como ’porros’ cuando se crea Ciudad Universitaria en los años 50 más o menos, entonces ya la UNAM dejó de estar en el Centro y la trasladaron a lo que hoy es la Ciudad Universitaria” afirma Gudiño.
La década de los 50 también significó el momento en el que los grupos porriles prestaron su servicio al sistema político de ese entonces, encarnado en el presidente Miguel Alemán, para inhibir la actividad política de los estudiantes mediante la violencia.
“En esa época el presidente Miguel Alemán es quien directamente financia a esos grupos porque ya hay un cambio cuantitativo y cualitativo en la universidad. Hay una matrícula mayor y además los estudiantes históricamente son parte de la comunidad que está informada y que tiene una participación política (…). Entonces obviamente al presidente, y al propio rector de la universidad, pues le preocupaba esa actividad política y pensaron que un grupo de choque que utiliza la violencia como recurso podría ser el mejor amortiguador para controlarlos.”, comparte Hugo Sánchez Gudiño.
Sobre la actualidad de estos grupos, Gudiño identifica cierta diversificación en sus actividades, ya que ahora se dedican a la extorsión, narcomenudeo, secuestro exprés y al robo. Asimismo, los definió como un grupo de mercenarios sin ideología política que se venden al mejor postor. “Se podría decir que primero fue el PRI el que les daba apoyo económico, les daba también apoyo legal cuando llegaban a ser detenidos y también les llegó a dar apoyo policial, o sea, los policías los protegían, Con el paso del tiempo es de esta figura del porro, también fue protegida cuando los gobiernos del PAN ganan la presencia y en la Ciudad de México, sobre todo cuando el PRD gobernó y tenía muchas Delegaciones, utilizó a estos grupos de choque para su beneficio“.
En su balance de por qué los ataques porriles tienen más frecuencia en temporada electorales, Gudiño señala que puede ser que los intereses externos a la UNAM que financian estos grupos de choque están mandando un mensaje. Mencionó que en el ataque a la Rectoría de la UNAM, ocurrido en 2018 por grupos porriles del CCH Azcapotzalco, el mensaje iba dirigido al entonces presidente electo Andrés Manuel López Obrador. “Mi hipótesis es que esos grupos habían aparecido para manchar la toma de protesta de López Obrador y dar un mensaje de los que los patrocinan, que probablemente en esa época era el PRI y el PAN, de que pues aunque él fuera presidente ellos iban a controlar la violencia en la UNAM” concluye Gudiño.