01/02/2024 (Ciudad de México). En Lima, luego de muchos años de retardación procesal, y buscando mejorar su deteriorada imagen pública, el Poder Judicial condenó a 19 años y 8 meses de cárcel a Vlademiro Montesinos , asesor de Inteligencia del ex presidente Alberto Fujimori, quien fue recientemente indultado en un hecho que devaluó la credibilidad en los órganos de justicia peruanos.

Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos tuvieron el poder absoluto hace treinta años, luego de que un casi desconocido empresario de origen japonés le ganara las elecciones al señorial Mario Vargas Llosa en abril de 1990, gobernando sin mayoría legislativa por dos años, hasta que el 5 de abril de 1992 disolvió el Congreso y el Poder Judicial, en un Golpe de Estado conocido como el “Fujimorazo” que le permitió concentrar en el ejecutivo todos los poderes del Estado.

Investigaciones de organismos de derechos humanos realizados en esa época nefasta coinciden en señalar que, ya desde el gobierno de Alan García (1985 – 1990) existían planes de otorgar a las Fuerzas Armadas del Perú atribuciones extraordinarias en el control interno del país, bajo el argumento de la existencia de un “enemigo interno” que eran los movimientos de insurgencia armada como el “Movimiento Revolucionario Túpac Amaru” (MRTA) de tendencia guevarista, o “Sendero Luminoso” de tendencia maoísta.

Tales planes no pudieron concretarse durante la presidencia de García por no existir consenso entre los organismos de seguridad militar y el gobierno civil. Pero sí comenzaron a configurarse cuando el nuevo presidente Fujimori asumió el poder. En su campaña electoral ya había adelantado que daría plenas facultades a los militares para que asuman la dirección del conflicto interno. Es en ese momento que aparece la figura de Vladimiro Ilich Lenin Montesinos Torres, un ex militar que se graduó en 1965 de la “Escuela de las Américas”, un centro de entrenamiento del ejército de los Estados Unidos fundado en 1946. Montesinos, según varias biografías que se han escrito en Perú, tuvo sus primeros contactos con los servicios de inteligencia de los Estados Unidos (la CIA) entre los años 1974 y 1976 cuando tenía el grado de capitán. Pero su carrera militar se truncó en 1977, cuando fue expulsado del ejército con deshonor, por actos de corrupción. Sin embargo, continuó forjando su trayectoria de hombre con conocimientos militares y de infiltración.

Cuando Fujimori gana la presidencia, nombra a Montesinos asesor de seguridad que cumplía en realidad funciones de director en la sombra (no tenía nombramiento pero era el que mandaba) del “Servicio de Inteligencia Nacional” (SIN). Montesinos construyó desde el SIN un enorme entramado de información e infiltración en las organizaciones insurgentes para así derrotarlas, luego usaría esa misma infraestructura para espiar a empresarios, periodistas y dirigentes políticos. Fue el estratega de la guerra sucia de los años noventa. En esa época respondió a los militantes de ultraizquierda, formados en la máxima de Mao de que “los revolucionarios debían moverse en el pueblo como el pez en el agua”, con una estrategia que el propio Montesinos resumía con estas palabras: “lo que hay que hacer entonces es envenenar el agua para que los peces mueran”.

Y vaya si envenenaron. En 1991 ocurrió la matanza en el distrito de los Barrios Altos de Lima, donde fueron asesinadas 15 mujeres, hombres y niños. En enero de 1992 sucedió la masacre de Pativilca, en que murieron seis pobladores acusados falsamente de ser terroristas en lo que en realidad era una disputa por tierras con un empresario chino amigo de un militar. En julio de ese mismo año, en la “Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle”, más conocida como de La Cantuta por la zona limeña en que se encuentra, fueron detenidos, torturados y asesinados nueve estudiantes y un profesor universitario. Y así podríamos seguir con el listado de ejecuciones extrajudiciales.

La condena a Montesinos es por los delitos de homicidio calificado y desaparición forzada en los casos “Pativilca” y “La Cantuta”. Ambas fueron ejecutadas por el Grupo Colina, que figura en las investigaciones judiciales como “Grupo especial de inteligencia de aniquilación”, que adoptó su nombre por el capitán de infantería José Colina, muerto mientras operaba como infiltrado en las organizaciones insurgentes. El Grupo Colina estaba formalmente al mando de militares, pero dependía por entero de Montesinos con pleno respaldo de Fujimori.

Los abogados del condenado ya presentaron un recurso por “pena cumplida” argumentando que su cliente está preso hace tiempo.