Este 28 de septiembre se efectuaron movilizaciones por el “Día de Acción Global por el Acceso al Aborto” en casi todas las grandes ciudades de América Latina comenzando por Santiago de Chile, pasando por Lima y Bogotá, también en Sao Paolo o Río de Janeiro, en ciudad de Panamá y Tegucigalpa y, por supuesto, en la Ciudad de México. En esas marchas el color predominante es el verde, porque el movimiento feminista latinoamericano (sobretodo el de México y Argentina) convirtió la pañoleta de este color amarrada en la cabeza, en el cuello o en las manos en el emblema de la igualdad de derechos para las mujeres, fundamentalmente el derecho de decidir sobre sus cuerpos. Por eso es que la expresión “marea verde” sirve para entender el impacto visual que causan las enormes movilizaciones de mujeres que visten, casi todas ellas, prendas de dicho color.
En Argentina, esta “marea verde” también se vio en la capital Buenos Aires. Una gigantesca marcha de mujeres de gran cantidad de organizaciones, plataformas, colectivos y partidos de izquierda congregó una multitud que recorrió la troncal Avenida 9 de Mayo rumbo al Congreso Nacional. Y no fue la única ciudad en que ocurrieron movilizaciones; en Córdoba, Rosario, La Plata, Mendoza también se registraron mítines y concentraciones, en las que la consigna era la misma: “La Libertad es nuestra” Esto tiene un significado político muy importante ya que no se le puede regalar a la derecha las banderas de la libertad y la vida, ya hemos visto lo que puede hacer con ellas. En Italia, la primera ministra Giorgia Meloni –mujer, pero de ideología neofascista- está recortando derechos sociales –a hombres y mujeres en situación de pobreza, a hombres y mujeres migrantes- y lo hace luego de ganar las elecciones con una engañosa pose de “defensa de la vida, de la mujer y de la madre”.
En Argentina, al gritar la consigna “La Libertad es nuestra” las mujeres movilizadas identificaron claramente el peligro que representa el avance electoral del candidato presidencial Javier Milei. Recordemos que Milei ganó hace dos meses las “elecciones primarias” y encabeza los sondeos –aunque cada vez con menos fuerza- de cara a las elecciones generales que se realizarán el 22 de octubre.
Este político de ultraderecha bautizó a su partido como “La libertad avanza” y se autodefine como “libertario”. Sin embargo, sus frecuentes ataques autoritarios contra las feministas y a lo que los ultraconservadores denominan “ideología de género”, han evidenciado que pretende anular los logros alcanzados por las mujeres en los últimos años. Milei ha prometido, en el caso de ganar la presidencia, que de inmediato eliminará el “Ministerio de la Mujer”, también ha asegurado que buscará la manera de anular la “Ley de interrupción voluntaria del embarazo” aprobada el año 2020, y que lo hará convocando a un plebiscito.
Plebiscitar esa ley es una aberración jurídica ya que los derechos humanos no se plebiscitan; este es un principio jurídico que, por ejemplo, convierte en igualmente ilegales las pretensiones ultraconservadoras que, en algunos países, pretenden someter a referéndum la reposición de la pena de muerte.
Los movimientos de mujeres en Argentina salen al paso de Milei y le responden que nadie que no sean ellas mismas puede decidir sobre sus cuerpos y que sus derechos conquistados los defenderán en las calles.
Vuelve a confirmarse que los movimientos feministas –hablo en plural pues feminismos hay varios- se han convertido, por su carácter transversal y estructural, en expresiones de acción colectiva con enorme capacidad de coordinación, articulación y convocatoria. Como ya pasó con la oposición a patriarcas como Donald Trump en Estados Unidos o Jair Bolsonaro en Brasil, o en Chile el año 2022 cuando en la segunda vuelta electoral impidieron que el pinochetista José Antonio Kast gane la presidencia, otra vez los movimientos feministas se convierten en frenos al avance del neofascismo.