Actualmente, el exfuncionario de seguridad cumple una condena en una prisión norteamericana por los delitos de tráfico de drogas y lavado de dinero proveniente del narcotráfico.

12/12/2023 (Ciudad de México). Este 10 de diciembre se cumplieron cuatro años de la detención en Estados Unidos de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública durante el sexenio del expresidente Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012). Poco más de tres años después de su detención, fue declarado culpable por una corte de Nueva York de cinco delitos federales, entre los que se incluye conspiración para traficar drogas ilegales hacia Estados Unidos y lavado de dinero proveniente del narcotráfico.

Pero la historia de García Luna es mucho más profunda. Se trata de un caso paradigmático al interior de una élite de seguridad que históricamente ha fungido como intermediara entre el crimen y las estructuras policiacas. Su origen no resulta ajeno a esta relación, pues fue criado en la época de “las madrinas”, mote que se le otorgaba a los informantes de las policías durante la mayor parte del siglo XX.

Las “madrinas”, más que actores aislados, conformaban un sistema que vinculaba al mundo del crimen con las policías a través de la inteligencia y los flujos de información sobre la economía criminal. Este sistema permitía a los jefes de las policías conocer la logística del crimen para beneficiarse de él desde su posición, al mismo tiempo que les dotaba de la información necesaria si en algún momento decidían procesar algunos criminales, ya fuera para entregar “buenos resultados” o para castigar a las bandas del crimen que se les “salían del huacal”.

Y García Luna formó parte de ese sistema como informante de la extinta División de Investigaciones para la Prevención de la Delincuencia (DIPD), oficina de inteligencia que fue integrada –en conjunto con los restos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS)–, al Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), cuando se constituyó en 1989 como el único organismo de inteligencia civil del país.

Según el periodista Francisco Cruz, cuando participaba como informante de aquella agencia, les brindaba los datos sobre comerciantes locales a los agentes de la DIPD, quienes después los extorsionaban o robaban. Más adelante, participaría directamente en una banda dedicada al robo de viviendas, protegido por los agentes de la DIPD, por supuesto.

Además, el sistema de “madrinas” también representaba un mecanismo de reclutamiento para las corporaciones policíacas. Cuando se consolidó el CISEN, García Luna fue invitado a trabajar en la institución de inteligencia, ahora como “especialista” gracias a su título de ingeniero mecánico obtenido en la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. García Luna continuó en el CISEN hasta que, en 1998, con la creación de la Policía Federal Preventiva (PFP), se convirtió en el jefe de Inteligencia de esta corporación.

Este crecimiento profesional en las corporaciones civiles de seguridad ocurriría paralelamente a un proceso de reforma del sistema policiaco mexicano, que incluiría la misma creación del CISEN. En este proceso, los sistemas de madrinas fueron erradicados legalmente, pero ello no impidió que la tecnología y los conocimientos en materia de inteligencia desarrollados por las madrinas fueran utilizados para beneficio personal o político de algunos políticos.

De hecho, García Luna habría construido un sistema de inteligencia para favorecer la campaña del candidato a la presidencia por el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en las elecciones del año 2000, Francisco Labastida Ochoa, brindándole información comprometedora de los candidatos de la entonces oposición del Partido Acción Nacional (PAN).

Según también Francisco Cruz, la capacidad de reunir información no se desperdició cuando el partido de sus mecenas perdió la presidencia ante el empresario y conservador Vicente Fox, candidato por el PAN. Su talento pronto fue descubierto por la entonces vocera de la presidencia y futura esposa del jefe del Ejecutivo, Martha Sahagún, quien lo recomendó luego de que le presentara la información que poseía.

Así, en 2001, fue encargado de diseñar y dirigir la Agencia Federal de Investigaciones (AFI), con la que se buscó sustituir a la Policía Judicial Federal (PJF), el último resquicio de las corporaciones policiacas corruptas consolidadas durante el régimen priista. Sin embargo, esta reforma general al sistema policiaco de la Federación, de la cual García Luna es resultado, no sólo sería insuficiente para erradicar las prácticas de participación y protección al crimen organizado en las policías, sino que, probablemente, las harían más eficientes.

La AFI se conformó con los restos de la extinta PJF y varios militares, por lo que era considerada una corporación militarizada. Además, los militares terminaron desplazando a los civiles en cuanto la corporación fue señalada de corrupción, lo cual ocurrió pronto. De hecho, para 2003, se comprobó la protección hacia el Cártel de Sinaloa por parte del jefe regional de la AFI en Tamaulipas en el contexto de la batalla que esta organización lidiaba con el Cártel del Golfo y Los Zetas en aquella entidad.

Además, para 2005, se destapó un escándalo cuando fue publicado un video en el que agentes con uniformes de la AFI torturaban y asesinaban a presuntos miembros de Los Zetas en Acapulco, Guerrero. En el video se podía escuchar a los uniformados decir “Puro Cártel de Sinaloa”, rivales de Los Zetas en aquel entonces.

Cabe aclarar que los delitos por los cuales fue declarado culpable García Luna se relacionaron principalmente con la protección que brindó al Cártel de Sinaloa durante el siguiente sexenio, cuando participó como secretario de Seguridad Pública con Felipe Calderón en la presidencia.

Resulta difícil no intuir que el expresidente Calderón tenía todo el conocimiento de su red de corrupción y protección al crimen. Y es que Genaro García Luna no sólo protegía al crimen, sino pareció haber participado en el lavado de dinero proveniente del erario. Así lo sugiere la carpeta de investigación girada en su contra en México por la Fiscalía General de la República (FGR), en la que se le acusa de haber encabezado una red de lavado de recursos públicos a través de los contratos de construcción para los penales federales privados impulsados durante el calderonismo.

Debido a ello, la Unidad de Inteligencia Financiera había ordenado que se congelaran las cuentas bancarias de su esposa, Ana Cristina Pereyra, quien también habría participado en dicha red, en conjunto con otras 64 personas, entre familiares, conocidos y exfuncionarios públicos. Sin embargo, un tribunal perteneciente al Poder Judicial de la Federación (PJF) ordenó descongelar las cuentas de Pereyra a tan sólo unas horas de que hubieran declarado culpable a su esposo en una corte de Nueva York, en febrero de este año.

Es complicado rastrear todas las acciones irregulares e ilegales en las que participó Genaro García Luna a lo largo de su carrera como “especialista” de inteligencia. Sin embargo, es posible afirmar que García Luna consolidó una carrera a través del uso de la coerción y las arbitrariedades en las instituciones en las que participó. Así, decenas de personas han acusado al exsecretario de intimidación y amenazas, incluyendo al exministro Arturo Zaldívar.

Según el exministro, agentes enviados por García Luna lo habrían encañonado por un proyecto para concederle un amparo a Florance Cassez. Como se recordará, Florance Cassez es una ciudadana francesa que fue acusada de secuestro de manera arbitraria. Para acusarla a ella y a su entonces pareja, Israel Vallarta, García Luna habría realizado “un montaje” que incluyó la transmisión en vivo de actos de tortura ante la cámara ejercidos por el subordinado y cómplice de García Luna, Luis Cárdenas Palomino. A pesar de que Cassez fue puesta en libertad, Vallarta aún continúa en prisión sin condena.